Debido a la falta de tiempo, es común que guardemos los alimentos cocinados directamente en la olla o cacerola en la que fueron preparados, sin transferirlos a un recipiente adecuado con tapa hermética. Es posible que pienses que este hábito no tiene un impacto en la salud, pero los expertos no lo recomiendan.
Además de ocupar un gran espacio en el refrigerador, las ollas comunes no contienen diversos restos resultantes de la preparación de los alimentos que podrían afectar su conservación.
¿Por qué no debes guardar la olla con comida en el refrigerador?Una primera razón tiene que ver con el tipo de material utilizado en la mayoría de los utensilios de cocina: el aluminio. Si colocamos directamente las ollas con comida en el refrigerador, estas se exponen al frío y a la humedad, acelerando el proceso de oxidación.
Es posible que pienses que solo afectará al utensilio en sí, pero eso no es cierto. Además de reducir su vida útil, también puede afectar el sabor, la textura y el aroma de la comida.
- Conor Reilly, científico y autor del libro "Contaminación de los alimentos por metales", señala que este fenómeno, en casos extremos, puede ocasionar diversas afectaciones, como daño al sistema nervioso central, demencia y temblores severos. Además, la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades, destaca que esta práctica aumenta el riesgo de desarrollar Alzheimer y enfermedades cardiovasculares.
Una segunda razón es que las ollas comunes no son herméticas y eso puede hacer que tus preparaciones se contaminen por alimentos almacenados en el refrigerador o que se sequen y pierdan sus características.
¿Cómo conservar la comida en el refrigerador?
Es recomendable guardar las comidas en recipientes herméticos y colocarlos en una ubicación específica dentro del refrigerador. De esta manera, se evitará la contaminación cruzada entre los alimentos y se impedirá que las bacterias dañinas se transfieran de los alimentos crudos a los listos para consumir.
Se recomienda almacenar las sobras de comida en el refrigerador y tratar de consumirlas en un plazo de tres a cuatro días, especialmente si contienen carne o pescado. Si ya se han calentado es preferible no volver a refrigerarlos, pues su proceso de degradación puede acelerarse.