Imagina esta escena: decenas de robots del tamaño de un celular penetrando en las capas de agua congelada de la luna Europa de Júpiter. El objetivo: llegar hasta las profundidades de este mar donde se tiene la esperanza de encontrar vida.
Lo anterior es la visión que tiene Ethan Schaler, ingeniero mecánico de robótica del Jet Propulsion Laboratory de la NASA. Schaler fue uno de los beneficiados de la Fase II del programa de la NASA Innovative Advanced Concepts (NIAC) para desarrollar el proyecto Sensing With Independent Micro-Swimmers (SWIM).
El concepto SWIM prevé fabricar robots en forma de cuña, cada uno de aproximadamente 12 centímetros de largo y alrededor de 60 a 75 centímetros cúbicos de volumen.
Aproximadamente cuatro docenas de ellos cabrían en una sección de 10 centímetros de largo de un criobot de 25 centímetros de diámetro. Eso dejaría mucho espacio para instrumentos científicos más potentes pero menos móviles que podrían recopilar datos durante el largo viaje a través del hielo y proporcionar mediciones estacionarias en el océano.
SWIM también permitiría recopilar datos lejos de la batería nuclear de los criobots, de la que dependería la sonda para abrir un camino descendente a través del hielo.
Una vez en el océano, el calor de la batería crearía una burbuja térmica para derretir lentamente el hielo y provocar reacciones para cambiar la química del agua.
Los robots SWIM podrían agruparse como los peces o las aves, reduciendo así los errores en los datos gracias a la superposición de sus mediciones.