Forman parte de nuestro día a día. Pueden engancharte en mayor o menor medida, pero lo cierto es que casi todos caemos en sus redes en algún momento, nunca mejor dicho. El uso reiterado de las redes sociales no ha parado de crecer, acrecentándose especialmente en el segmento más joven. En la actualidad, según el Estudio de Redes Sociales 2021, la penetración en redes sociales es mayor en los perfiles jóvenes de entre 16 y 24 años de edad, y alcanza el 92%. Y es que su uso nos permite estar al día, conectar con otras personas, descubrir tendencias, conocer lugares lejanos, participar en interesantes debates, intercambiando puntos de vista con personas de todo tipo.
Ese es el lado más amable de esta herramienta de las nuevas tecnologías que ha llegado, sin duda, para quedarse. Pero también tienen lo que podríamos llamar su ‘cara B’. Es ahí donde se esconde la parte más hostil, en la que aparecen los conocidos haters. Escondidos en el anonimato de sus nicks, nos encontramos con perfiles que no dudan en lanzar comentarios repletos de odio hacia otros usuarios. Los rostros conocidos saben bien de lo que hablamos, pero también las personas anónimas que, de repente, pueden verse metidas en una situación desagradable mientras utilizan sus redes sociales. “La paradoja es que nos aprovechamos de ese anonimato y a la vez somos sus víctimas”, comenta la socióloga Alicia Aradilla. "El hater se aprovecha de eso, de que sus datos no aparecen cuando expresa ese odio y cuando sale a la calle nadie sabe lo que acaba de publicar. Incluso si se arrepintiera de esos comentarios, la impunidad le ampara. No tiene que dar explicaciones a nadie por su conducta
Mensajes de odio
¿Recurrirían a esa violencia verbal si estuvieran en persona, no detrás de un perfil de una red social? Los expertos coinciden en que seguramente no. Lo que está claro es que no se deben tolerar estas conductas, se debe dar una voz de alarma ante esta situación, pues detrás de las pantallas hay personas vulnerables. Por eso hay que decir basta ante quienes dicen cosas de forma impune, sin reflexionar. Cuando se pierde el respeto y los comentarios se tornan ofensivos e hirientes, pueden causar problemas en las personas más vulnerables que están detrás y los leen.