Los científicos han descubierto una posible vía directa utilizada por varias partículas finas a través de la circulación sanguínea, con indicios de que, una vez allí, estas permanecen más tiempo en el cerebro que en otros órganos metabólicos principales.
Los científicos revelaron que habían encontrado diversas partículas finas en el fluido cerebroespinal humano tomado de pacientes que habían sufrido trastornos cerebrales, lo que puso de manifiesto un proceso que puede dar lugar a que las sustancias tóxicas en forma de partículas acaben en el cerebro, explica un comunicado de la citada universidad.
Iseult Lynch, de la Universidad de Birmingham, señala que existen lagunas en el conocimiento sobre los efectos nocivos de las partículas finas en el sistema nervioso central. "Este trabajo arroja nueva luz sobre la relación entre la inhalación de partículas y su posterior desplazamiento por el cuerpo", aclara.
Los datos sugieren que hasta ocho veces más partículas finas pueden llegar al cerebro viajando desde los pulmones, a través del torrente sanguíneo, que pasando directamente por la nariz.
Recientemente se ha demostrado que existe una fuerte relación entre los altos niveles de contaminación atmosférica y una marcada neuroinflamación, cambios similares a los que se producen en el alzhéimer y con los problemas cognitivos en personas mayores e incluso en niños, recuerda la universidad.
El equipo de científicos descubrió que las partículas inhaladas pueden entrar en el torrente sanguíneo, llegando finalmente al cerebro y provocando daños en la barrera cerebro-sangre y los tejidos circundantes.
Una vez en el cerebro, las partículas son difíciles de eliminar y se retienen durante más tiempo que en otros órganos.