Desde que se conoció el megaoperativo para desmantelar a una secta que incluyó 50 allanamientos y 19 detenciones.
Se habló de la pertenencia o vinculación de figuras del espectáculo, políticos y personas influyentes entre los integrantes o alcanzados por el grupo que usaba como fachada un estudio de yoga para cooptar personas y despojarlas de sus pertenencias.
En las últimas horas, luego de que se el embargo de 37 propiedades, 13 autos y congelamiento de bienes de imputados por la secta de Villa Crespo, trascendió una de las escuchas que figura en la causa e involucra al cantante lírico español Plácido Domingo.
En la serie de audios se reconstruye un presunto encuentro sexual del tenor con una mujer que forma parte de la secta a la que se menciona como “Mendy” en los audios en los que interactúa con el español y también con el “Maestro” de la organización, Juan Percowicz.
En los tres audios difundidos se puede escuchar a “Mendy” charlar con tres hombres diferentes: uno es el cantante; el otro es Percowicz, líder de la secta y el tercero no se identifica.
En otro de los audios, la mujer habla con el tenor para coordinar un encuentro.
Allí, Domingo le indica cómo debe hacer para evitar ser vista cuando lo vaya a visitar a su habitación de hotel: “Cuando salgamos de la cena venimos separados, lo hacemos así porque mis agentes se van a subir a la habitación cuando yo suba y se van a quedar en el mismo piso”.
La tercera charla, para coordinar ese encuentro, “Mendy” la tiene con Percowicz, el contador devenido en líder espiritual que estaba al frente de la secta, a quien le dice: “Ya me llamó [Domingo] y armó la matufia para que me quede en el hotel sin que los agentes se den cuenta”.
Mientras la investigación avanza, se conoció que la organización tenía tres grandes ejes de donde conseguir ingresos: uno era el sector de salud, que incluía la internación por adicciones, el suministro de psicofármacos, y el funcionamiento de una clínica en donde se prometía la “sanación”.
Un segundo eje era el “sobre ceremonial”, que se basaba en el pago mensual de 200 dólares por parte de los “alumnos” para ser parte de la organización, que podía llegar hasta la suma de 10 mil dólares, dependiendo el alumno.
El tercer eje, y una de las principales fuentes de financiamiento, era la explotación sexual de alguna de sus “alumnas”, que en la jerga de la organización denominaban “geishado VIP” o “palomear”, que consistía en enviarlas “a mantener encuentros sexuales con personas de elevado poder económico para obtener dinero, protección y/o influencias”.