Acepta responsabilidades y recupera el control
Cuando culpas a otros de tus problemas, como realizar un mal trabajo por un jefe que es nefasto, ser infeliz por una relación con una persona tóxica -amistad, pareja o familia-, no tener el suficiente dinero para viajar porque no se recibe el sueldo merecido, entre otras excusas más, te quitas el poder de cambiar la situación. En este punto debes analizar qué responsabilidad tienes en cada situación y cómo vas a darle un giro positivo.
Examina tus creencias
Analizar tu comportamiento te dará pistas con respecto a tus pensamientos internos. Por ejemplo, si crees que no eres amado te volverás extremadamente sensible y tomarás lo que te digan de manera personal; para evitar conflictos la gente comenzará a distanciarse y reforzarás la creencia de que no eres amado. Por el contrario, si atraes un pensamiento positivo sobre que eres querido será un placer pasar el rato con los demás y llegará gente positiva a tu vida.
Rompe el ciclo de pensamientos negativos
Los pensamientos negativos son cíclicos -se repiten una y otra vez-: cuando llegue alguno, piensa en algo positivo. Una manera de hacerlo es reconocer y apreciar lo que ya tienes, sin enfocar energías en desear lo que aún no consigues.
Concentra tus pensamientos en objetivos deseados
Cuando los pensamientos tienen sus raíces en el miedo, la duda, la preocupación, la crítica, la frustración y la ansiedad, quiere decir que no hay seguridad de lo que se quiere en la vida. Lo mejor en este caso es fijar objetivos -del más pequeño al más grande- para avanzar en la dirección deseada.
Controla tu estado de ánimo
Cuando sientas que llega un cambio de humor, toma un momento para respirar profundamente y centra tu atención en algo en el presente (como el sonido de tu propia respiración).
El escritor alemán Eckhart Tolle afirma en su libro El poder del alma:
Pensar se ha convertido en una enfermedad. La mente es un instrumento fantástico si se usa correctamente, pero usado incorrectamente puede convertirse en algo tremendamente destructivo. No es que utilicemos nuestra mente incorrectamente, es que no la utilizamos nada… es ella que nos utiliza.