Hay piezas claves para comprender la historia del arte en México que no posee ninguna otra colección pública o privada, como dos cuadros de Eulalia Lucio (1853-1900), considerada por los expertos la “madre artística” de las grandes pintoras nacionales María Izquierdo (1902-1955) y Frida Kahlo (1907-1954).
Cuadros de esas tres autoras ocupan un lugar especial en los muros del Museo Foro Valparaíso, donde se exhiben de manera gratuita “las joyas de la corona” de la enorme colección que posee esa institución mercantil, integrada también por arte popular.
Antes de ser adquirido por la estadunidense Citi, el espíritu de la colección es muy claro: conservar obras que tengan que ver con México, con la historia del país y con su patrimonio, explica Angélica Velázquez Guadarrama, curadora de la muestra permanente que se exhibe en la casa matriz del banco, ubicada en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
En entrevista con La Jornada detalla que a diferencia de otros acervos privados, el de Banamex “tiene una línea mexicanista muy particular, y sólo hablamos de las más de mil 500 obras de pintura en diferentes técnicas: acuarela, pastel, óleo, acrílico; de éstas, más de 90 por ciento tienen en común que son o de tema mexicano o de artistas mexicanos”.
Destaca la presencia de la obra de Eulalia Lucio, una de las artistas más importantes de su época, y de Guadalupe Moncada, la primera pintora mexicana en firmar una de sus creaciones.
Desde 1781, la Academia de San Carlos institucionalizó la enseñanza de las artes en México bajo los ideales de las academias europeas con el objetivo de fomentar la diversidad y la participación como derecho de todos los ciudadanos de la Nueva España, pero en la práctica no se llevó a cabo.
Fue hasta 1886 que existió la instrucción precisa de las autoridades para que se permitiera el ingreso de las mujeres. Antes de eso, las artistas aprendían las técnicas pictóricas en clases particulares, de manera autodidacta o en escuelas generales, y la mayoría de ellas realizaban copias.
“San Carlos no compraba obra de mujeres, por lo que muchas piezas se quedaron en colecciones particulares que Fomento Cultural Banamex ha rescatado”, añade la especialista.
Asimismo, “están los retratos de la hija y los nietos. La nieta mayor era, precisamente, Guadalupe Moncada y Berrio, la pintora. Esto no pasa todos los días, que un edificio colonial esté restaurado, abierto al público y que se haya rescatado toda la historia familiar a través de esos retratos, obras maestras de importantes artistas del siglo XVIII, como Miguel Cabrera, quien pintó a otro miembro de la familia. Todas esas piezas han vuelto a estar colgadas en el lugar donde originalmente estaban. Es maravilloso”, concluyó.