Un agujero negro supermasivo es tan denso que la luz que entra no puede volver a salir, pero la detección de pequeños destellos de rayos X permitió la primera observación directa de la luz detrás de estos cuerpos, lo que da una vez más la razón a Albert Einstein y su teoría de la relatividad general.
Un estudio que publica hoy, 28 de julio de 2021, Nature encabezado por la Universidad de Standford (EE.UU.) explica que la detección de esa luz es posible porque el agujero negro deforma el espacio, doblando la luz y retorciendo los campos magnéticos a su alrededor.
Durante la observación de los rayos X lanzados al universo por un agujero negro supermasivo situado en el centro de una galaxia a 800 millones de años luz, el astrofísico Dan Wilkins identificó un patrón intrigante.
Se trataba de unos destellos adicionales de rayos X que eran más pequeños, más tardíos y de diferentes “colores”. Según la teoría, estos ecos luminosos eran consistentes con los rayos X reflejados desde detrás del agujero negro, pero se trata de un lugar extraño para que la luz proceda.
“Toda la luz que entra en ese agujero negro no sale, por lo que no deberíamos poder ver nada de lo que hay detrás del agujero negro“, indicó Wilkins.
Sin embargo, “la razón por la que podemos ver eso es porque ese agujero negro está deformando el espacio, doblando la luz y retorciendo los campos magnéticos a su alrededor”, explicó Wilkins.
Esta es la primera observación directa de la luz detrás de un agujero negro, un escenario que fue predicho por la teoría de la relatividad general de Einstein, pero nunca confirmado, hasta ahora.
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