A sus 45 años de edad, Gabriel (nombre ficticio), no comprendía por qué de repente, en menos de cinco minutos, su mente lo obligaba a cometer actos agresivos para después arrepentirse sin entender la razón de su actuar.
Lo entendió hasta hace un año, cuando recibió el diagnóstico de Trastorno Límite de Personalidad (TLP), una enfermedad mental grave que impacta en los pensamientos y terminales nerviosas que llevan a la agresividad -y muchas veces al suicidio - en lapsos no mayores a 10 minutos.
En 1999, el residente de Monterrey, Nuevo León, se casó con "el amor de su vida", pero ahora no puede estar a su lado porque la enfermedad se lo impide, pues pone en riesgo la integridad de ella y la suya.
La situación llegó al límite cuando Gabriel intentó suicidarse. Confiesa que, si bien esa vez fue muy grave porque lo intentó, también lo ha pensado en muchas más ocasiones.
La opción que le dieron los médicos fue el internamiento, pero Gabriel lo descartó porque implicaría dejar de trabajar y dar el sustento para sus cuatro hijos.
Para tratar de llevar una vida normal, Gabriel toma diariamente hidroxicina y venlafaxina. Con estos dos medicamentos intenta controlar los ataques, pero las medicinas ya no son suficientes.