La acumulación de bienes materiales suele reflejar la prosperidad económica de una pareja, pero también puede ser una fuente de discusiones y enfrentamientos cuando se convierte en el protagonista principal de la relación.
Las parejas muy materialistas probablemente tengan muchos objetos y dinero, pero también tienen más inconvenientes a la hora de mantener vivos la armonía, la comunicación y el amor que una vez unieron a ella y él, de acuerdo a una investigación.
Los investigadores, de la Universidad Brigham Young (BYU, según sus siglas en inglés), en Utah (EE.UU.) han encontrado que cuando una pareja se enfoca en el dinero y las posesiones, puede ver deterioradas su felicidad y estabilidad.
El estudio, en el que se preguntó a más de 1.700 parejas casadas de Estados Unidos, cuánto valor dan a "tener dinero y muchas cosas", encontró que aquellos matrimonios que creen que el dinero no es importante puntuaron hasta 15 por ciento más que aquellos materialistas, en cuánto a estabilidad y otras factores iniciativos de la calidad de la relación.
"En las parejas en que ambos cónyuges son materialistas, la relación tiene más problemas, como una comunicación en descomposición, una mala resolución de los conflictos y una baja sensibilidad entre uno y otro, que cuando solo uno de los miembros otorga un elevado valor al dinero y las posesiones”, ha señalado Jason Carroll, autor principal del estudio y profesor de vida familiar de la BYU.
Según los expertos de la BYU, para una de cada cinco parejas que participaron en el estudio el dinero es muy importante, y para aquellas que tendían a ser más pudientes, el dinero era a menudo una fuente de conflicto en la relación matrimonial.
“El dinero afecta las relaciones amorosas. Puede generarse mucha ‘tortura psicológica y emocional’ por el control económico, las mentiras derivadas de cómo se gastado o lo que ha costado una cosa u otra, todo lo cual puede separar a las personas”, señala el psicoterapeuta José María Doria, director de las Escuela Española de Desarrollo Transpersonal (EEDT).
Para el director de la EEDT “en general es recomendable que cada uno mantenga una economía independiente, y un fondo común para los gastos compartidos, y si uno de los dos pasa por un mal momento el otro lo ayuda”.
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