Según estudios, los abrazos se erigen como elementos fundamentales tan necesarios como el sueño, la alimentación y la hidratación.
La afirmación proviene de Alicia Castillo Martínez, profesora de Neuroanatomía Funcional en la Facultad de Medicina de la UNAM, quien sostiene que "abrazarse es vida". La carencia de contacto afectivo no solo conlleva riesgos para la salud, sino que puede incluso tener consecuencias mortales.
Desde el nacimiento, el contacto físico, representado en los abrazos, se convierte en un componente esencial para el desarrollo biológico, psicológico y social de las personas.
La falta de este gesto afectivo en la infancia puede afectar la expresión de genes cruciales, dando lugar a alteraciones en diversas "rutas de crecimiento". Además, estudios respaldan la idea de que los abrazos ofrecen una serie de beneficios para la salud mental, estabilizando emocionalmente a las personas y fomentando la resolución de problemas.
El poder regenerativo de los abrazos se extiende incluso a nivel celular, donde la estimulación afectiva facilita la regeneración de neuronas. La salud cardíaca y respiratoria también encuentra apoyo en estos gestos, reduciendo el riesgo de infecciones y mejorando el funcionamiento del corazón.
- Por último, el acto de abrazar no solo libera endorfinas, sino que también mejora la circulación sanguínea, aliviando dolores y molestias musculares.
En contraposición, la falta de abrazos en la infancia puede generar consecuencias duraderas, afectando sistemas neurofisiológicos y dificultando la formación de vínculos saludables en la vida adulta.
En este sentido, considerar el abrazo como una inversión en el bienestar físico y mental se vuelve imperativo. Abrazarse va más allá de una muestra de afecto; es un acto vital que impacta positivamente en la salud integral a lo largo de toda la vida.