¿Sabes de qué madera está hecha y para qué sirve una barrica?
El roble es la madera más popular en todo el mundo para que algunos vinos hagan su crianza y se redondeen, aunque no es la única
Los vinos tintos más complejos y con mayor estructura, además de por la viticultura, por la calidad de la uva y por el modo de elaboración, suelen pasar por un proceso de crianza en barricas de madera. De ahí que según el tiempo que dure, se haya distinguido tradicionalmente entre vinos de crianza, reserva y gran reserva. Esta categorización se desdibuja con el cambio en las legislaciones de cada denominación de origen y las nuevas categorías que modifican esos periodos. Es cada bodega la que determina el tiempo que el vino tiene que estar en barrica por lo general un máximo de dos años y después en la botella, para redondearse, antes de salir al mercado.
La barrica ayuda a oxigenar el vino, además de dotarle de textura cuerpo y aromas, suavizar la astringencia y tonicidad y aportar estabilidad. La más utilizada es la barrica bordelesa de 225 litros. Otros contenedores de madera para esta bebida -sobre todo para la fermentación- son las botas, que pueden tener hasta 1.500 litros, y los más grandes -tinos, fudres o cubas-, de entre 1.000 hasta 50.000 litros.
¿SABES QUÉ MADERAS SE USAN PARA LA CRIANZA DEL VINO?
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A lo largo de la historia se han utilizado diferentes maderas para hacer barricas, pero es la de roble, tanto francés como americano, la más empleada en la actualidad para la crianza del vino, debido a que es la que permite la mejor cesión de taninos y aromas junto al aporte necesario de oxígeno a través de sus poros.