Literatura regiomontana: ciencia, arte, postales poéticas y realidades

Un año que dejó obras que obtuvieron premios, con diversos temas, desde el arte, lo social y estudios científicos. Aquí cerramos este conteo con los primeros lugares:

4. Hugo Enrique Arredondo - Doctor Cerebro. Descubre cómo activar y mejorar tus capacidades

Literatura regiomontana: ciencia, arte, postales poéticas y realidades

3. Mara Sepúlveda - Julio Galán: One way ticket - Editorial Kirimóns

La relación de Mara Sepúlveda con el arte es absoluta. Este es un encuentro poético de Mara con el reconocido artista Julio Galán (1958-2006), que fusiona con otras disciplinas para entregar una obra única. Mara Sepúlveda parte del luto por el pintor, para después transitar a las emociones, el amor y la reflexión a través de su poesía, en un recorrido por 65 de las obras maestras de Galán, para mostrarse y mostrar que el arte siempre edifica y nutre el imaginario poético de significados. Esta obra se complementa con trazos pictóricos de Paola Celada, en una simbiosis perfecta con los de Julio Galán.

2. Sergio Pérez Torres - Postales en braille - Nueva York Poetry Press

Con esta obra, Sergio Pérez obtuvo el Primer Premio Internacional de Poesía Nueva York Poetry Press. Cada postal se relaciona con lo cotidiano, la palabra capta los momentos, ausencias, presencias. Es la extensión de la postal por sí misma, en un escenario cotidiano donde el poema entra al tacto: no es solo un parque, la escuela, la casa, sino aquello que lleva a encontrarle sentido en aquello que no se toca, pero que el poema sí es capaz de lograrlo. Es la poesía al tacto, como en “Madera”, una postal parecida a lo que se vive en estos días: “Hay plagas/ y están quienes hacen sus nidos,/ hay lluvias y temporadas de sequía./ Por eso comparan las vidas de los hombres,/ algunos regalan fruto,/ otros solo sombra” (pág. 78).

1. Antonio Ramos Revillas - Salvajes - Fondo de Cultura Económica

La odisea para el joven Efraín Martínez empieza cuando acusan a su mamá del robo de un colchón y se la llevan detenida. Busca al novio de su mamá, don Miguel, quien le diera el mueble como regalo, en ese peregrinar al lado de sus hermanos menores, Fredy y Marcos, y siempre con el temor de que ante el dinero que le pide un Lik (abogado) por sacarla de prisión todo se derive en envolverse con la delincuencia, ya sea él y, con todos sus temores, alguno de sus hermanos. En una ciudad de territorios muy bien delimitados, él sabe cuáles debe o no cruzar, y en lo alto del cerro los códigos son claros. Pandillas, delincuencia, marginación, pobreza, las constantes de vivir en el cerro, allá donde habitan los “salvajes”, así lo dice un personaje, una mujer que declara ante autoridades, con la idea vaga de que todos los de arriba son iguales; se llena de prejuicios, pues. Fredy no puede más y empieza a caminar en el filo de la vida, la muerte o la desaparición. Efraín hace intentos por detenerlo. La vida es complicada cuando se enmaraña la estancia de su mamá en la cárcel. Sombra de por medio, algo va a alumbrar a Efraín, aunque deje el alma por rescatar a su mamá de la cárcel. Salvajes, de Antonio Ramos Revillas, matiza el lenguaje directo y cargado de significados, arraigado y que marca referencias en el duro contexto (de escuchas constantes de pleitos, de sonidos de balaceras; algo retumba arriba que los de abajo no parecen escuchar). 



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