Las ofrendas de nuestros antepasados eran distintas
La tradición de las ofrendas es un mestizaje entre lo prehispánico y lo español, que a pesar de ser visiones diferentes se conjugan en el altar
Las casas de México lucen con decoraciones alusivas a esta celebración llena de color y amor hacia los que se adelantaron en el camino. Un elemento que no puede faltar es la ofrenda, siempre acompañada de las fotos de nuestros familiares, junto a su guisado de preferencia y alguna bebida adulterante que haya gozado en su tiempo en "el plano terrenal".
¿Cómo eran las ofrendas de nuestros antepasados?En entrevista para El Sol de México, el historiador Francisco Hernández menciona que, en primera instancia, la tradición de las ofrendas es un mestizaje entre lo prehispánico y lo español, que a pesar de ser visiones diferentes se conjugan en el altar con la misma intención, recordar a los que ya partieron.
"En la época mesoamericana, la tradición era recordar a los muertos durante 40 días, 20 días dedicados a los niños y 20 a los adultos. Pero con la evangelización de los europeos cambian las fechas y días al 1 y 2 de noviembre y la celebración se adapta", detalla el historiador.
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Dentro de este lapso, abunda el Francisco Sánchez, los habitantes de la época sí alzaban un altar dentro de su casa pero con 'tópicos' más allegados a nuestra cultura mexicana y a la labor del difunto que se recuerda. Artículos como las calaveritas de azúcar, el papel picado no estaban en la ofrenda.
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"Las ofrendas de aquellas épocas eran muy distintas, estéticamente lucía muy mexicana porque tenía únicamente productos originarios que eran guisados a base de calabaza, chile, jitomate; productos propios de esta tierra.
Por otro lado y a falta de fotografías, la imagen del difunto era representada por los artículos que utilizaba para su trabajo, por eso era muy común que tuviera artículos de siembra; palas, picos, etcétera", comenta.
Para las familias mexicanas, dentro de las ofrendas actuales es casi indispensable agregar la bebida alcohólica favorita del difunto, háblese cerveza, tequila o ron. Pero en la época mesoamericana, se tenía muy presente la tradición de rendir homenaje a los dioses, por lo que el altar lucía su bebida.
"Había muy pocos vasos como los conocemos ahora, entonces dentro de estas jícaras que algunos usamos para bañarnos, ponían nada más que Pulque, pero esto tenía una razón y no sólo por el gusto del difunto, sino que era una forma de agradecer a nuestros dioses. Esas ofrendas eran un manjar", enfatizó el historiador.
Por último, mencionó que al ser el Cempasúchil una flor que nace en tierras mexicanas durante esta época, los altares eran rodeados de ellas en macetas o quitándoles el tallo, pero siempre como representación de "un símbolo de vida y muerte".
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