¿Envejeceremos más lentamente en otros planetas?
Científicos de la Johns Hopkins que medirán en directo la actividad de varias muestras de tejido miocárdico contenidas en un chip del tamaño de un teléfono celular pequeño
Los científicos de la universidad Johns Hopkins que están en la búsqueda constante de aprender más sobre el envejecimiento en los humanos y la propensión de los astronautas a padecer arritmias cuando están un tiempo prolongado en el espacio graciasa un tejido miocárdico que será enviado a la Estación Espacial Internacional.
De acuerdo con la NASA, Dragon lleva como parte de su carga materiales y equipos para las más de 250 investigaciones científicas que tendrán lugar durante la expediciones número 62 y 63, incluyendo una plataforma con fines comerciales llamada Bartolomeo que se colocará en el exterior del laboratorio europeo Columbus, en la EEI.
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Una de las investigaciones que van a realizarse con material enviado a la EEI la harán científicos de la Johns Hopkins que medirán en directo la actividad de varias muestras de tejido miocárdico contenidas en un chip del tamaño de un teléfono celular pequeño, valiéndose de un sensor de movimiento magnético.
En un comunicado difundido este jueves, Deok-Ho Kim, investigador principal del estudio y profesor titular de ingeniería biomédica en la Universidad Johns Hopkins (Baltimore), dijo que la ciencia sabe que “la ausencia de gravedad propicia el envejecimiento en el ser humano”.
Con este estudio se pretende “entender” este proceso de envejecimiento y “contrarrestarlo”, así como desentrañar “el motivo por el que los astronautas presentan una actividad cardíaca disminuida y son más propensos a padecer arritmias graves”.
Con los resultados de esta investigación, se espera proteger la salud cardiovascular de los astronautas que emprenden largas misiones en el espacio, así como obtener información sobre cómo tratar las cardiopatías.
El equipo comandado por Deok-Ho Kim generó cardiomiocitos o células del miocardio al introducir citoblastos humanos pluripotentes inducidos en un dispositivo fabricado con técnicas de bioingeniería y a escalas micrométricas, el cual comporta un sistema biomimético que conserva la unidad funcional del corazón vivo, señala el comunicado.
Si bien otros investigadores habían estudiado cultivos de células miocárdicas procedentes de citoblastos inducidos en el entorno espacial, estos se basaban en micromatrices con superficies bidimensionales o planas, que no representaban la microarquitectura tridimensional del órgano cardíaco adulto y, por tanto, no reflejaban la complejidad funcional y estructural que este tiene en el organismo humano.