¿Qué miedos y complejos trae dejar de usar el cubrebocas?
Tras 700 días con cubrebocas obligatorio algunos viven la retirada como una liberación, pero para otros es una fuente de problemas, de forma especial para los adolescentes.
Ayer España estrenaba cara descubierta: en el trabajo, en una tienda, en un cine, en un restaurante... Para la mayoría de nosotros se hacía raro, pero a la vez liberador el decreto publicado en el BOE por el Gobierno esa misma mañana. Sin embargo hay personas para las que el fin de la obligatoriedad de la mascarilla en espacios interiores está suponiendo un problema. Entre este colectivo es importante distinguir dos causas para el origen de esa intranquilidad:
LA MASCARILLA TAPA DEFECTOS Y EL MÓVIL LOS AGRANDA
Para la doctora Isabel Moreno, presidenta de la Asociación Española de Cirugía Estética Plástica (AECEP) el estilo de vida actual hace más fácil que nos obsesionemos por algún aspecto de nuestro rostro al que quizá demos importancia como 'defecto' más de lo que se lo dan los demás. "No se trata solo del tiempo que hemos pasado con mascarilla, sino también del aumento en este tiempo delante de las pantallas, las redes, los filtros de edición.. en ocasiones hacen que el paciente se imagine un aspecto idealizado que quiere conseguir".
De hecho, el aumento de tratamientos y cirugías estéticas durante los años de pandemia ha crecido entre un 15% y un 60% (depende de tipo de intervención). La doctora explica que es diferente cuando alguien tenía un defecto ya asumido, consultado con un profesional y pospuesta su corrección a la espera de encontrar un buen momento: "el confinamiento era perfecto, por la menor exposición pública y por la posibilidad del teletrabajo" , a cuando es un defecto leve o incluso inexistente "que ha cobrado fuerza por la mayor observación propia de su rostro en esta etapa". Sin embargo, afirma que la cirugía estética plástica tiene unos límites deontológicos: "A veces nos toca explicarle que son peticiones imposibles de realizar desde un punto de vista médico equilibrado".
En cualquier caso, que el uso de la mascarilla haya dejado de ser obligatorio en interiores (salvo centros sanitarios, farmacias y transporte público) no impide que quien se sienta más seguro con ella pueda seguir usándola. De hecho, los que lo hacen por miedo a una reinfección se ven apoyados por la norma del BOE que sigue recomendando "un uso responsable de la mascarilla en los espacios cerrados de uso público en los que las personas transitan o permanecen un tiempo prolongado. Asimismo, se recomienda el uso responsable de la mascarilla en los eventos multitudinarios".
A pesar del levantamiento de la prohibición, las mascarillas también se seguirán viendo en muchas oficinas. La nueva normativa da la potestad a la empresa de decidir si sus trabajadores deben seguir usándolas en espacios interiores. La resolución depende de la decisión del servicio de prevención de riesgos laborales de cada centro de trabajo.
ADOLESCENTES: EL PESO DE LA INSEGURIDAD Y LA OPINIÓN DE LOS DEMAS Entre los adolescentes todo es más difícil. Si un joven decide seguir haciendo uso de ella, ya sea por prevenir un contagio, o por sentirse más seguro con respecto a su imagen, seguramente se tenga que enfrentar a comentarios de sus iguales del tipo 'relájate', 'no seas miedoso' (lo dirían con otras términos... pero nos hacemos idea), o 'enséñanos el careto'; son algunas de las que se me vienen a la cabeza haber escuchado ayer.
Las estadísticas nos están diciendo, cada vez más, que debemos preocuparnos por la salud mental de nuestros menores de edad, que se ha visto muy deteriorada por la pandemia. La cuestión es que aunque no llegue al grado de trastorno, la mayoría de los adolescentes sufren de muchos adolescentes sufren una forma leve de ansiedad social: el estrés por el qué dirán. Son más sensibles al miedo a pasar vergüenza, a hacer el ridículo, a cometer errores, a recibir críticas o a que los demás se rían de ellos.
Diana Al Azem, profesora de secundaria y autora de la web y redes de adolescenciapositiva.com nos recuerda que "durante dos años, nuestros adolescentes se han relacionado con los otros llevando una mascarilla que les tapaba la mitad de la cara y que, de alguna manera, actuaba como una protección contra las miradas y los juicios de otras personas: muchos que no se sienten bien en situaciones en las que deben socializar, se sentían bien con la mascarilla porque no tenían la obligación social de sonreír."
Transformación física adolescente: Por otro lado, su cara ha podido cambiar bastante en estos dos años, una metamorfosis propia de esta etapa. "por eso ahora les da vergüenza quitarse la mascarilla por el miedo a recibir miradas de otras personas en una parte de su cuerpo que ha estado oculta durante mucho tiempo, a no ser lo suficientemente guapos o atractivos, a ser raros", concluye la profesora.