Se casó con el amor de su vida en 1999, ahora no puede estar con ella por una enfermedad
'Tengo la capacidad de crear historias que no existen', comentó Gabriel, quien vive con TLP
A sus 45 años de edad, Gabriel (nombre ficticio), no comprendía por qué de repente, en menos de cinco minutos, su mente lo obligaba a cometer actos agresivos para después arrepentirse sin entender la razón de su actuar.
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"Yo tengo la capacidad de crear historias que no existen, conforme a una plática, dependiendo cómo me hables y cómo yo lo interprete. Yo veía a mi esposa hablar por teléfono y para mí me estaba engañando; haces todo un espectáculo y después te arrepientes. "Hago una novela en mi mente en cuestión de minutos y empieza la mandíbula a apretarse por pensar en lo que no existe, empieza una agresividad impresionante y no puedes controlarte, necesitas ofender, lastimar, aventar. Es impresionante y te arrepientes", señaló consternado.
En 1999, el residente de Monterrey, Nuevo León, se casó con "el amor de su vida", pero ahora no puede estar a su lado porque la enfermedad se lo impide, pues pone en riesgo la integridad de ella y la suya.
La situación llegó al límite cuando Gabriel intentó suicidarse. Confiesa que, si bien esa vez fue muy grave porque lo intentó, también lo ha pensado en muchas más ocasiones.
"Tomé la decisión... agarré un cuchillo de mi casa y me quedé ahí. Entre mi llanto, agonía, desesperación, confusión y no poder reaccionar de manera socialmente adecuada", narra. "Era tanta mi desesperación y mi impotencia que tomé la decisión y me quedé tirado en mi casa", explica con voz abatida.
La opción que le dieron los médicos fue el internamiento, pero Gabriel lo descartó porque implicaría dejar de trabajar y dar el sustento para sus cuatro hijos.
"¿Cómo voy a pedirle permiso a mi jefe para internarme un mes o más?, ¿qué voy a hacer cuando salga?, ¿qué etiqueta me van a poner los que me conocen si saben que me interné?", cuestiona el padre de familia.
Para tratar de llevar una vida normal, Gabriel toma diariamente hidroxicina y venlafaxina. Con estos dos medicamentos intenta controlar los ataques, pero las medicinas ya no son suficientes.
"Ese medicamento a veces me funciona y a veces no, porque vuelvo a recaer y cualquier cosa que llego a imaginarme, vuelvo a pensar lo mismo. Yo puedo actuar de esa manera durante tres minutos y a los dos minutos para mí ya no pasó nada. "Mis manos se duermen completamente, mis pies se duermen completamente, tengo dolores en la cabeza, dolores en la espalda, en la rodilla, todo es ansiedad", señala.