Cómo ayudar a una persona con un ataque de ansiedad
Para ayudar a alguien con ansiedad, principalmente se necesita, tacto, empatía e inteligencia
Hay que tenerlo claro. Cuando hablamos de estrés o trastornos de ansiedad no hay salidas rápidas. No hay consejos milagrosos ni estrategias que den un efecto inmediato en cuestión de dos minutos.
Si deseamos ayudar a alguien con ansiedad lo primero que debemos aplicar es la empatía. Lo segundo paciencia.
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La amígdala cerebral y el hipocampo toman el control absoluto, y lo único que sentimos desde ese momento son dos cosas. Lo primero es miedo y lo segundo la percepción de que estamos rodeados de amenazas.
Asimismo, y por si esto no fuera poco, nuestro cuerpo también está supeditado a un sinfín de efectos: taquicardia, sudoración, dolor abdominal, tensión muscular… Sabiendo todo esto ¿cómo se puede tomar la persona con ansiedad si nos limitamos a decirle «que se calme»?
No importa nuestra buena intención o pretendido tacto. En ocasiones, lo único que logramos con estas frases es alzar más muros y distancia con ese ser querido. Aprendamos por tanto qué estrategias nos pueden guiar para ayudar a alguien con ansiedad.
1. Tomar consciencia de la realidad personal de la otra persona
Convivir con alguien que sufre ansiedad no es fácil. Cambia el humor, la motivación se desvanece y sus mensajes y enfoques se vuelven de pronto muy negativos. A ello se le añade la hipersensibilidad. A la mínima saltan, abundan los maletendidos, la baja concentración, los despistes y hasta el mal humor.
Si dejamos que sus emociones nos impregnen no ganaremos nada. Si nos rendimos y actuamos a la defensiva ante cada uno de sus síntomas intensificaremos aún más la ansiedad y crearemos entornos asfixiantes. Por tanto, lo primero es tomar constancia de lo que hay.
Nuestra pareja, nuestro padre, hermano o ese buen amigo está pasando por un instante complicado. Sufre ansiedad y por tanto, debemos ser más sensibles y entender una serie de aspectos.
- Podemos buscar en Google qué es la ansiedad. Sin embargo, lo que podamos leer puede no siempre se ajusta a lo que experimenta esa persona cercana.
- Para empezar, debemos saber que existen muchos tipos de ansiedad: trastornos de pánico, ansiedad generalizada, fobias, trastornos obsesivos compulsivos…
- Lo recomendable es partir de una ayuda profesional. Solo cuando esa persona cuente con un diagnóstico podremos comprender en profundidad aquello por lo que está pasando.
2. Cuida tu comunicación
Lo señalábamos al inicio. Hay quien a la hora de ayudar a la persona que sufre ansiedad, no duda en dejar caer las frases de siempre: cambia el chip, anímate, es que siempre estás igual, hay quien lo pasa peor que tú…
Este tipo de expresiones son como un B52 bombardeando la autoestima del paciente con ansiedad. Porque quien está pasando por ese trance no le importa que otros lo estén pasando peor. No le importa el hambre en el mundo ni las guerras. Solo puede ver su propia (y asfixiante) realidad interna.
Este sería en cambio el estilo de comunicación que deberíamos aplicar.
- Mostrar apoyo incondicional ⇔ Cuando me necesites estoy aquí, contigo. Te apoyo y te quiero. Estoy contigo en todo momento.
- No debemos juzgar, la persona con ansiedad no ha buscado esa situación ni desea mantenerla.
- Normaliza la situación, sufrir un trastorno de ansiedad no es un estigma. Es una enfermedad que afrontar, que tratar y que gestionar. No debemos rehuir hablar de ello.
3. Sé paciente, no presiones ni esperes resultados rápidos
A menudo, cuando queremos ayudar a alguien con ansiedad no dudamos en comprar libros, en buscar información en Internet. Así, y con toda la buena fe del mundo, no dudamos tampoco en dar consejos a la persona en cuestión. Le sugerimos técnicas de respiración, que haga mindfulness, que haga deporte, yoga…
- Sin embargo, cuando damos estas sugerencias esperamos que la otra persona lo lleve a cabo para ver resultados inmediatos. Sin embargo, esto no siempre ocurre. Porque vivir con ansiedad es desear a veces pasar una tarde en la cama a oscuras y en silencio. Y algo así puede frustrar a quienes nos envuelven.
- Hay que entender además otro aspecto. El proceso de recuperación depende de ellos mismos, y ese avance llega en pequeños pasos.
Por tanto, lo más necesario en estos casos es aplicar la empatía y ser paciente. No esperemos que la persona con ansiedad cumpla cada sugerencia que le hagamos. Lo que más necesita es nuestra comprensión y nuestra cercanía. Sin presiones.
4. Nuestro apoyo es positivo, pero es necesaria una ayuda especializada
Podemos querer ayudar a alguien con ansiedad, pero no saber cómo. No siempre disponemos de esa formación clínica especializada capaz de dar una respuesta eficaz a este tipo de condiciones.
- Debemos animar a la persona con ansiedad a que consulte con un profesional.
- Necesitamos un diagnóstico y una estrategia terapéutica.
- Asimismo, en estos casos es necesario que la persona con ansiedad siga las pautas del experto: ir a terapia, tomar la medicación si es el caso, alimentarse de forma correcta… Para ello, supervisaremos sin presionar para que todo ello se lleve a cabo de forma efectiva.
Para concluir, somos conscientes de que siempre desearemos lo mejor a las personas que amamos. Sin embargo, cuando hablamos de problemas de salud mental no todos somos expertos. A veces, incluso actuando desde el afecto más profundo terminamos generando una respuesta adversa. La que menos deseábamos propiciar.
Para ayudar a alguien con ansiedad necesitamos normalizar la situación y disponer de ayuda experta. Solo así seremos capaces de actuar y relacionarnos de manera más segura, acertando con nuestras palabras y consejos. Asimismo, compartir con ellos cada avance y cada victoria supone también ese refuerzo estimulante con el que percibir el progreso y asentar con efectividad cada nueva conducta, cada nuevo enfoque mental.