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11/03/202202:00 p.m.Autor: Redacción

Así responde el cuerpo cuando está llegando al límite en el trabajo


El estrés continuado suele asociarse a problemas emocionales, pero también tiene importantes consecuencias físicas

Los síntomas físicos del estrés crónico son muy variados y no se manifiestan por igual en todas las personas”, explica a S Moda Antonio Cano Videl, catedrático de Psicología en la UCM y miembro de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés.  “Cuando se hace un diagnóstico de burnout, se está haciendo una foto de una situación, pero luego cada persona seguirá un camino e irá desarrollando unos trastornos diferentes”.

Aunque no se puede predecir cómo derivará ese episodio de estrés en cada persona, los expertos sí conocen qué ocurre en el cuerpo humano cuando esto se mantiene en el tiempo: “Tu sistema nervioso autónomo funciona más rápido”, explica Cano Videl, “y eso significa que tú, por ejemplo, tienes que hacer la digestión más rápido, no te puedes tumbar o descansar para que ese proceso se haga correctamente y empiezas a sufrir problemas intestinales; también ocurre que tu cuerpo tiene que regenerar células, pero no puede porque está siempre en la brecha y surgen así problemas cutáneos que derivan en eccemas en la piel; o comienzas a sufrir dolores de cabeza tensionales, etc.”

Además de los efectos fisiológicos directos, otro aspecto muy preocupante asociado a los altos niveles de estrés en el trabajo es el aumento de hábitos no saludables como el consumo de alcohol o tabaco. De igual modo, “muchas personas comienzan a comer emocionalmente, surgen problemas de obesidad, niveles altos de azúcar, diabetes o hipertensión”, recuerda Cano Videl. “Y esto hace que compremos más papeletas para sufrir un infarto o un ictus. No se puede decir que el estrés provoque infartos, pero sí está asociado: una persona con mucho estrés tiene más del doble de opciones de sufrir un infarto o un ictus que alguien que no lo sufre”.

La generalidad y variedad de síntomas también hace que sea difícil asociarlos al síndrome del trabajador quemado. Silvia López, que trabaja como administrativa, estuvo mucho tiempo encontrándose mal hasta que supieron darle un diagnóstico: “Pasaba temporadas en las que tenía contracturas constantes en la zona alta de la espalda y el cuello”, recuerda. “En ocasiones, me afectaba también a la zona cervical y me producía mareos o dolores de cabeza intensos. Como no tenía mucho tiempo para hacer deporte lo achacaba a eso, pero el fisioterapeuta al que acudía me decía que no era normal que una persona joven como yo tuviera que tratarse tan habitualmente”


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